13/7/15

“CHOQUE CULTURAL CRISTIANO"

Por: Carlos Navarro Fernández


Vivimos en un mundo cada vez más interconectado, más globalizado. No obstante, el viajar de un país a otro —y de una región a otra dentro del mismo país— puede resultar todavía en lo que en 1954 Kalvero Oberg (antropólogo canadiense, 1901-1973) llamó “choque cultural”:


Choque cultural: La ansiedad producida por la pérdida del sentido de qué hacer, cuándo hacer o cómo hacer las cosas en un nuevo ambiente. El choque cultural es una falta de dirección al no conocer qué es apropiado y qué inapropiado en el nuevo lugar.

Pensemos en los millones de migrantes de los que ahora oímos hablar con frecuencia. ¿Qué tal los que tenemos más cerca? Esos miles de mexicanos que cruzan nuestra frontera con Estados Unidos para encontrarse con un lugar, un idioma, un sistema y una cultura que les es desconocida y, con frecuencia, agresiva. Deben pasar por un proceso, generalmente largo, de adaptación y descubrimiento de su nueva situación. El camino puede ser, a la vez, agradable y sumamente doloroso conforme el individuo se encuentra con personas nuevas y situaciones poco familiares.

Este choque cultural del que te he hablo sucede también en el cristianismo. Te explico. Estrictamente, uno se convierte en cristiano-católico por el bautismo, el catecismo y la instrucción religiosa que haya recibido de sus padres o familiares cercanos. Sin embargo, a mí me parece que al verdadero cristianismo —ese que se traduce en un convencido seguimiento de Jesús, en obras buenas y tangibles, en palpables cambios de vida— se llega, en realidad, a través de un encuentro personal con Cristo. O sea,  por medio de un “choque cultural cristiano”.

Así es como le pasa a muchas personas (algunas de ellas gay, aunque quizá todavía no las suficientes) y así es como me sucedió a mí. Todos los años de “teoría del cristianismo”, de catecismo, de sacramentos, de homilías, tomaron su verdadero sentido cuando descubrí y experimenté ese cristianismo a través de mi llegada a un grupo de evangelización de jóvenes. Y estos eran chavos “comunes y corrientes” que iban a fiestas, bailaban, cantaban, iban a clases, discutían con sus compañeros, no estaban de acuerdo con sus padres, experimentaban, hablaban, se comunicaban y, además de todo esto, tenían un lugar muy especial para Jesús en sus vidas. Así fue mi consabido “choque cultural cristiano”. Espero que Dios te regale —y que tú sepas buscar— una experiencia similar.

Al encontrarme con jóvenes como yo y apreciar la forma en que se expresaban de Cristo como su Salvador, me pareció encontrarme en una tierra verdaderamente desconocida. Me sentí como decía Oberg: “un extraño en tierra extraña”. Me descubrí en una cultura diferente a la que yo no conocía, por mucho que hubiera leído y escuchado acerca de Jesús o hubiera leído el Evangelio. Hubo momentos de encantadora novedad, de negociación con esa nueva experiencia y también de rebeldía ante el compromiso y seriedad que la nueva situación implicaba.

Ojalá todos los católicos —y en particular los LGBT— experimentáramos ese “choque cultural cristiano” del que te hablo. Un choque que confronta a la vida y en el que afloran sentimientos que no conocíamos. Un acontecimiento que abre nuevos caminos de comunicación con Dios y que tiene el potencial de convertirse en algo “normal”, una situación que ya no ves como extraña sino como parte intrínseca de tu existencia. Lo ideal sería que, después de vivir ese “catolicismo redescubierto” encontráramos difícil volver a esa otra cultura de la que veníamos: la del egoísmo, la envidia, el consumismo, la intolerancia, la victimización y el odio.


Como ya habrás imaginado, esta experiencia de un nuevo cristianismo no siempre es bien recibida por el mundo, que con frecuencia lo encuentra incomprensible y desatinado, y más aún si ésta se manifiesta en una persona LGBT. Las objeciones se dejan escuchar con claridad: “¿Qué es eso de ser católico y gay? ¿Por qué no te conformas con ir a Misa los domingos y ya? ¿Qué buscas con esas supuestas experiencias de oración y esos retiros? ¿No puedes ser un católico tranquilito, común y corriente, obediente y... heterosexual?”

Creo que Cristo tiene una forma muy particular de referirse al deseado “choque cultural cristiano” que hoy le pido regalarte:

No piensen que he venido a traer paz a la tierra.
No vine a traer la paz, sino la guerra.
Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;
y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

Mt 10, 34-36


29/3/15

GLOSARIO

Llamada también SEMANA MAYOR, la SEMANA SANTA tiene como finalidad incrementar la reflexión y la puesta a prueba del REINO DE DIOS, mensaje central de la predicación de Jesús, que ha de vivirse en: JUSTICIA, AMOR , PERDÓN, PAZ, VERDAD, FE e INCLUSIÓN...

RETIRO 2015 COMUNIDAD EFETÁ: SÉ AUTÉNTICO, SÉ LIBRE

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Un fin de semana en contacto con la naturaleza, para profundizar en el sentido de tu existencia. Una oportunidad para descubrir la invitación de Dios a realizar nuestro plan de vida.

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GLOSARIO


25/3/15

MISA POR LA INCLUSIÓN (MARZO)


Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».